sábado, 8 de diciembre de 2012

BÚHOBSESION


     Durante los años de carrera, mi amiga G siempre traía a los exámenes un buhíto de porcelana, en plan amuleto. Lo sacaba del estuche y lo dejaba sobre la mesa durante las horas que duraba la tortura... ahhhjajajaja... es que en la facultad de filosofía a veces se pasaban pero que muuuuuucho con la duración de los exámenes, aunque era en esa época en la que aún  te dejaban salir al pasillo  a echar un piti o un café en medio de la temida prueba escrita (esto es como ver Mad Men, parece imposible que aquéllo ocurriera apenas una década atrás). Yo nunca he sido de amuletos, estampitas, simbolismos u otras supersticiones y, ni que decir tiene, que las notazas de mi amiga G se debían a todo menos al buhíto de porcelana. 
     Pero la realidad pura y dura es que, con los años, quizá por una cuestión de añoranza o de idealismo de aquéllos días... los búhos empezaron a entrar en mi vida... 
     Una tarde, caminando desde la parada del autobús, me topé por pura casualidad con un búho real... No, no, no... no hay búhos reales volando donde yo vivo (al menos no que yo sepa, o no cerca de las marquesinas del 88...), sino que ese día habían instalado un pequeño recinto para una muestra de cetrería (que no me pude quedar a ver, por cierto...). Y el búho real estaba ahí, sujeto con una argolla en la pata y posado sobre un tronco. Tenía los ojos de un naranja increíble, enormes, y, encima del tronco, quedaban casi a la altura de los míos. Yo diría que debía de medir casi un metro de alto, porque el tronco tampoco era muy grande y yo soy bastante alta... Es una sensación que no se puede describir, cuando estás frente a frente con un animal así... aunque sea en cautividad... y te mira a los ojos y parece como si te dijera algo, como si se comunicara contigo.
     El caso es que a los pocos días, y en busca de prendas que me acompañaran en mi aventura invernal germana, me encontré estos calcetines, que aún siguen conmigo, les tengo muchísimo cariño y son, con diferencia y con alguna que otra pelotilla, los mejores calcetines que he tenido nunca (hablamos de que los compré en Enero de ¡¡¡2005!!!)
     Algún tiempo después, creo recordar que en Bélgica, en un supermercado a las afueras de Brujas, me compré a Sócrates, que vive, como no podía ser de otra manera, sobre la mismísima RAE... jajajjaja
      Mi amiga A casi me convence para comprarme un colgante búhil en el mercadillo de Camden, y aunque en ese momento no me convenció, meses después me hice, no sin bastante esfuerzo, con éste:
     Ahí mi fiebre rapaz ya estaba completamente desatada... y decoré como es debido las carpetas de los soporíferos temas de la oposición....
     Me compré esta hucha en la que jamás ha caído un triste euro...
     Y de repente, hace unos meses, empecé a ver búhos por todas partes.... fruto, cómo no, de las dichosas tendencias, pero que a mí me viene genial para hacer acopio por los años de sequía buhíl que seguirán a esta fiebre. En una librería bávara me hice con este llavero genial:
     Que aparte de ser súúúúúúúperbonito, ulula cuando le aprietas una de las alas y se le iluminan los ojos para alumbrar la cerradura.
      También he encontrado sustituto para el colgante viejo, aunque le tengo demasiado cariño y lo sigo usando un montón. 
      Y repuesto para los calcetines, aunque no hay comparación con los otros, que calientan muchísimo más.
      El otro día di con este jersey en el Bershka, pero cuando me lo puse en casa, descubrí un punto suelto y lo tuve que cambiar, ahora no encuentro mi talla, así que tendré que pedirlo on-line, porque me encanta: 
     Y creo que huelga decir... qué hay en mi fondo de pantalla... 

No quiero pensar lo que sería si tuviera hijos... 





O si nadie me pusiera freno en el hogar... 



          Y ahora me está dando con los zorros... qué dios nos coja confesaoooooosssss... porque el primero ya está en camino... 

¡¡¡FELIZ SÁBADO!!!


2 comentarios: