lunes, 5 de septiembre de 2011

CRISIS, CRISIS, CRISIS...31 Y SUBIENDO...

     Pues no, por una vez entre un millón en los últimos dos años, no me refiero a la coyuntura económica en la que estamos envueltos; no. Me refiero a la supuesta crisis que se produce, sobre todo en las mujeres, a la entrada de la treintena. ¿Que por qué hablo de esto ahora si ya los cumplí hace casi dos años? Pues porque cada uno tiene las crisis cuando le place, eso por una parte, y por otra, porque el temita me lo ha traído a colación uno de esos gloriosos artículos de las revistas de moda y belleza… claro que eso me pasa por comprarlas, dicho sea de paso…
     El reportaje en cuestión, aparece en el número de Septiembre de la revista Glamour, y aunque no está exento de ciertas verdades, me rechina en los oídos el tono general del artículo, por no mencionar  algunas supuestas conclusiones o consejos como “que vivas siempre como si estuvieras en la veintena”.  ¡¡Dios nos coja confesaos!! Sólo de imaginarme un mundo lleno de mujeres actuando como veinteañeras…se me ponen los pelos de gallina…y, ojo, no lo digo porque tenga un liviano concepto de las mujeres que se hayan en la veintena, sino porque tengo, sí, he de reconocerlo, uno más elevado de las que superan dicha edad.
  Pero lo que más me ha sorprendido y, reconozcámoslo, repateado, de este artículo, han sido afirmaciones del tipo “lo que me encanta es mi secadora, mi carrera, mi inteligencia, mi independencia y todas esas cosas que he logrado gracias a tener 30 años” o “los 30 no deben asustarte. Tienes por delante una nueva década con la que trabajar. ¡Y esta vez estás preparada! Tienes tus estudios, llevas años trabajando y sabes qué puedes hacer con tu pelo (y qué no)”.  Supongo que como yo no tengo secadora, mi título de licenciada me mantiene en las listas del paro, soy, por lo tanto, todo menos independiente, sólo he tenido trabajos basura, y vendería mi cabellera si con ello obtuviera algún ingreso…debo considerarme fracasada…:fracasada y vieja, porque parece que lo que palia en cierta medida el horror de empezar a envejecer, es precisamente el haberse labrado una posición laboral, de la que yo, como muchas mujeres en la treintena con sobrada formación, carezco. Así que sin este consuelo de la independencia, la propiedad y el trabajo… ¿mejor nos colgamos de una soga..?
     También me hace mucha gracia que sus advertencias sean del tipo “cuidado con las metas que hacen que cualquiera se sienta un fracaso, como <conoceré al hombre perfecto y nos casaremos>” , olé, eso sí que es una meta, sí señor…y no, no es una actitud veinteañera para nada…no, no, es de una madurez apabullante…jojojojojojo...
     Después de jartarme a reír un ratito y deprimirme otro, he de decir que sí que hay cosas curiosas en nuestro modo de afrontar el paso de los años y en cómo interpretamos ciertas edades desde ciertas otras. Cuando conocí a mis cuñadas, a eso de los veinte añitos, la de treinta me parecía una mujer asentada en su vida, con su casa estupenda, su bebé y su trabajo bien remunerado, y la de 40 una madre feliz ajena a los clichés sociales. Cualquiera de ambos destinos me parecía deseable, aunque no deseara ninguno de ellos para mí. Ahora que yo estoy en la treintena, los treinta me parecen algo más complicado que tener una casa bonita, un bebé rechonchete y una jornada laboral estable, así como en los cuarenta se me antoja bastante difícil una maternidad feliz y una vida plena al margen de los prejuicios sociales, por no hablar de la maternidad, las relaciones personales, el trabajo y el mantenimiento de la salud, la alegría y la vitalidad a los 50.
     Hace poco pensaba en lo curioso que resulta que a partir de la cuarentena una deja atrás el sufijo “era” por el más contundente “ona”; una pasa de ser veinteañera y treintañera para convertirse en cuarentona. ¿No suena como una losa cayendo sobre la arena? ¿o es que estamos tan imbuidos por el culto a la juventud que todo lo que escapa a las primeras décadas de la vida nos huele a rancio?
     A mí la verdad es que lo que me huele a rancio son todos estos estereotipos de lo que se supone que debemos ser, de aquello con lo que teóricamente nos debemos consolar y de cómo nuestra vida debe avanzar. Si se supone que artículos como éste están pensados para romper con estos prejuicios y hacernos sentir mejor…me parece que están muy lejos de cumplir su objetivo…puesto que más bien nos aleccionan sobre cómo las cosas y nuestras vidas deberían ser “hoy” por contraposición a cómo se consideraba que debían ser “antes”. En la época de mi abuela estabas perdida si a los treinta no tenías marido y un porrón de hijos que labraran cuantas más tierras mejor, en la de mi madre lo estabas si no conseguías anticonceptivos  que evitaran una familia demasiado extensa que mantener y educar con un solo sueldo, y en la mía parece ser que la perdición es llegar a la treintena sin una posición laboral que te permita ser independiente…y por lo visto, un piso con secadora… Pues menudo avance social…pppppppppffffffffff

3 comentarios:

  1. Si es que la culpa es nuestra por comprarlas, vivan los 30!!!! (Aunque aún me quedan unos meses de 29)

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  2. Desde luego...pero ya se sabe que el verano da para muchos ratos de playa/piscina con amigas, hermanas, cuñadas...ojeando revistas, que también tiene su encanto...pero no está libre de "efectos colaterales"...jajajajajjajaj
    Muchas gracias por comentar, pensaba que nadie se tragaría semejante parrafad...jejejejjeje.

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  3. Decidido!!! me voy a comprar una secadora, el resto de cosas me quedan 9 años hasta los 40 para conseguirlas ¡¡ánimo!! jajajajaja....

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