martes, 2 de noviembre de 2010

YES..., WE "CAN"?

     Realidad, elección y estado de ánimo…

     Más o menos algo así es lo que discutíamos hace un momento mi amiga C. y yo vía messenger…
     
     ¿Verdaderamente puede nuestro estado de ánimo  llegar a “modificar” la realidad? ¿Lo que ocurra puede realmente  depender de cómo veamos las cosas? El eterno “rollo” de la botella medio llena o medio vacía…al que yo siempre he respondido o he pensado para mis adentros…vamos a ver…la botella no está ni medio llena, ni medio vacía, simplemente está por la mitad o las dos cosas a la vez, tanto medio llena como medio vacía, ¿qué mas da? ¿acaso va a tener más líquido la botella porque nos parezca más o menos llena? NO:  la botella tiene la cantidad que tiene, ya pueden unos ver el océano pacífico agitándose dentro del vidrio o apenas un par de copas de vino…eso no va a cambiar jamás el contenido de la botella. Que algunos quieran consolarse o animarse pretendiendo que van a llenar con ella cuatro copas en lugar de dos…es ya cuestión de estrategias personales, ante las que yo prefiero, simplemente, contemplar la botella con detenimiento y comprobar con la mayor exactitud posible si me llega para dos copas o para cuatro. La verdad, no veo en qué me beneficiaría pretender ver más líquido del que hay…y tampoco menos…en el primer caso dejaría sin vino a algunos de mis comensales, en el segundo habría gastado dinero inútil en una segunda botella que permanecería cerrada…

(Viñeta tomada de la web: www.comics.wombania.com)

     En definitiva, todo esto de las botellas medio llenas, medio vacías o a la mitad…no viene más que a ahondar un poco en la cuestión de la posibilidad de elegir y construir la propia vida a través de nuestras elecciones. Esto me recuerda a la típica pregunta que todo el mundo hace a los niños, sobre todo a cierta edad: ¿y tú qué quieres ser de mayor?

     Cuando a uno se le viene encima esta pregunta, de boca de un adulto (a lo cual el niño atribuye ya, en un principio, racionalidad y verosimilitud), en el dulce momento de la tierna infancia… se le abren a uno los ojos como platos y se dibuja en su rostro un semblante de inconmensurabilidad y emoción al mismo tiempo, y el cerebro empieza a examinar velozmente todo aquello que el churumbel ha subsumido, por el momento, bajo la categoría de “profesión”, para terminar normalmente en una elección del tipo: cantante, futbolista, superhéroe, actriz, princesa, bailarín…y algún que otro rezagado bombero y veterinario…
Sin embargo, pasados unos años, uno se da cuenta de que no tiene voz para cantar, destreza para manejar  el balón, elasticidad y elegancia para portar el tutú, o desenvoltura sobre el escenario, por no hablar de la ausencia de superpoderes o de sangre azul… ¿Qué es entonces elegir?

     Para mí está muy claro, en la mayoría de lo que a uno concierne,  no elige absolutamente nada: venimos al mundo llenos de determinaciones que no hemos elegido y que en el mejor de los casos, al menos no detestamos, o incluso hasta nos agradan, pero que en el peor de ellos  pueden acompañarnos como una molesta postilla hasta el final de nuestros días. ¿Por qué entonces nos empeñamos en hacer creer a los niños y en hacernos creer a nosotros mismos que todo es posible o que la realidad depende de cómo la veamos? Por favor…la realidad de los niños que extraen diamantes en las minas de Sierra Leona no depende de cómo vean la botella, ¿nadie les preguntó a ellos qué querían ser de mayores? ¿Y, si ninguno contestó que quería extraer diamantes de las minas…cómo es que tantos de ellos están allí? ¿Tan nefastas fueron sus decisiones?

     La realidad no depende de cómo veamos la botella, aunque el hecho de cómo la veamos pueda afectar a nuestro ánimo, de manera que éste afecte a su vez la toma de otras decisiones. Pero no, nuestra vida no es la que es, exclusivamente, ni mayoritariamente,  por nuestro mérito o nuestra negligencia.  De hecho, según me lo parece más cada día, lo es muy poquito en esa medida, aunque, claro está… es la única a la que podemos agarrarnos. Y, por supuesto, y dicho sea de paso por los que van a abalanzarse contra la mención a la extrema pobreza, no es lo mismo en sociedades económicamente desarrolladas como la nuestra, que en otras latitudes menos afortunadas en este sentido.

     No es lo mismo elegir el sabor del cucurucho entre nata, fresa o chocolate, que entre nata, fresa, chocolate, vainilla, pistacho, tarta de queso con arándanos, yema tostada con almendras, ron con nueces… A veces uno tiene una inmensa y maravillosa heladería justo en la puerta de casa, otras tiene un pequeño puesto ambulante durante el verano, y otras veces uno no tiene nada y debe andar cinco kilómetro o coger un autobús para llegar hasta la más cercana. Eso si, con suerte, uno tiene algunas monedas en el bolsillo…

     No, no soy pesimista, ni tremendista…ni tampoco pretendo ser “realista”, sólo quiero que no me vendan la moto del “está en tu mano”, “tú puedes”, “ya llegará”… NO: hay veces, muchas veces, que las cosas no están en nuestras manos, que no somos capaces de algo o que la vida no está por la labor de brindarnos lo que deseamos. Es cosa de cada uno asumirlo y dejar de lado esa ingenuidad bobalicona del qué quiero ser de mayor, para pasar al qué puedo y debo ser.

     ¿Por qué nos gusta que los niños crean sobre el mundo algo tan diferente a como el mundo es? ¿Tan terrible imagen tenemos los adultos de él, que necesitamos llenar las infantiles cabezas de reyes magos, ratoncitos Pérez y futuros brillando en el estratosfera futbolística y famosil? A ver si el problema de “realidad” lo vamos a tener nosotros…

   Cuando a alguien se le ocurrió aquello del “Yes, you can” quizá deberíamos haber preguntado… “Can we…,WHAT?” Y exigir un poquito de concreción en la respuesta…o al menos...un poquito de... por favor!!!! 

2 comentarios:

  1. Una buena reflexión pequeña "curri", sin embargo, no comparto algunos aspectos. Se sigue muy bien el argumento si partes, desde lo que presupones "una realidad independiente, autónoma y que es así, de ese modo"..perdóname, pero yo soy más de Carlos Castaneda, de pensar que la realidad "es lo que decimos que es la realidad" y, bueno, eso de que lo que ocurre "realmente" es que la botella está justo a la mitad pues es un dato científico que, desde luego, es el que menos modifica mi estado de ánimo.
    En cuanto a la posibilidad de elegir creo que, al mundo venimos llenos de "condicionantes" y no de "determinaciones", porque si eso fuese así no se donde estaría yo ahora,jejeje...que sí, lo siento, mi motor es la "alegría" (sin ingenuidad), lo positivo (sin ser utópica)....pero, muy buena reflexión

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  2. Me alegra muuuuuuucho que comentes mi entrada, ya creía que nadie lo haría, pero veo que sigue habiendo alguien con ganas de pensar un poco...jejejeje.
    Yo es que no veo incompatibilidad entre la alegría, e incluso el optimismo, con una cierta "realidad" de los hechos...Por una parte sí comparto que la realidad sea aquello que decimos que es la realidad,y no algo fijo, estático e idéntico para todo sujeto, pero por otra, no puedo dejar de creer que hay algo, digamos, "evidente" para todos, como es el hecho de que haya una botella con una cierta cantidad de líquido... Pero bueno, sobre todo a lo que me refiero aquí, más que meterme en un debate ontológico sobre la realidad en sí, es al ser y al poder ser, o al ser y al querer ser, a la moda de "democratizar" las facultades personales y a las personas, como si todos fuéramos iguales o capaces de lo mismo, al menos en un supuesto plano intelectual, cuando está ahí la evidencia exterior de la diferencia... tanto, como que la botella tiene una determinada cantidad de líquido...
    Si no todos somos altos, guapos y esbeltos ¿por qué se supone que todos podemos llegar, con el esfuerzo apropiado, a resolver ecuaciones diferenciales o plantearnos, por ejemplo, esta conversación? Sencillamente no lo creo así, y lo que es más importante, es que no veo drama en ello, o al menos no, dentro del "drama" general que representa la existencia... pero esto igual lo dejo para otra entrada... :D

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